29.11.06

Mujeres Condenadas


En la arena tumbadas cual rumiante ganado,
vuelven sus ojos hacia horizonte del mar,
sus pies se buscan y sus manos cercanas
tienen dulces desmayos y temblores amargos.

Las unas, corazones que aman las largas confidencias,
en el fondo del bosque donde murmuran los arroyos,
deletrean el amor de su infancia medrosa
y hacen marcas en el verde tronco de los árboles tiernos;

las otras, como hermanas marchan lentas y graves
a travéz de las rocas llenas de apariciones,
donde vio San Antonio surgir como la lava
los senos desnudos y purpúreos de sus tentaciones;

las hay q a la luz de resinas chorreantes
en el mudo aguero de viejos antros paganos
te llaman en ayuda de sus fiebres aulladoras;
¡Oh, Baco, que adormeces los antiguos remordimientos!

Y otras cuyos cuellos aman los escapularios,
que escondiendo un látigo bajo sus largas ropas,
mezclan, en el bosque sombrío y las noches solitarias,
la espuma del placer con lágrimas de tormentos.

Oh vírgenes, oh demonios, oh mártires, oh mounstros,
grandes espiritus que despreciáis la realidad,
ansiosas de infinito, spatiras y devotas,
ya llenas de gritos, ya llenas de llantos,

vosotras que a vuestro infierno mi alma os ha acompañado,
pobres hermanas, os amo al tiempo que os tengo compasión,
por vuestras tristes penas, vuestra sed insaciable,
y las urnas de amor que colman vuestro corazón!

Charles Baudelaire (1821-1867)

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